viernes, 19 de julio de 2013
Kutururú
Mírenlos, ingénuos e incautos. No valoran sus propias vidas. Ni siquiera tienen orgullo. Parecen borregos siguiendo a la manada sin pensar por ellos mismos. Van de allá para acá y del lado al otro, buscando comida incluso en la basura. Cosas tan poco dignas, pero que encajan en la imagen de esas sucias ratas. Nada como yo, que soy un bonito petirrojo. En fin...
¡Míren a esa!, olfateando alrededor de aquella flor, sin saber que es venenosa. Pequeña estúpida, jajajaja, y aparte de todo, da una vuelta, se aleja de ahí, y vuelve al rato a mirar de nuevo la flor.
Si tan solo supiera lo que yo sé, y pudiera ver desde arriba todas esas cosas que me sacan de la ignorancia, esas cosas que me permiten verla a ella, a la rata, y burlarme.
Después de un árduo día, hambriento, el señor ratón emprendía su regreso a su madriguera. Contemplaba las cosas a su alrededor con parsimonía en su andar, deteniéndose a momentos, yendo a mirar algo más y luego volviendo. Así duró unos minutos hasta que, pasando cerca de un lago, pensó: "Podría bañarme y luego secarme bajo la luz del sol, y ya que hace tan lindo día y hay un pajarillo cantando, no habrá nada mejor". Kutururú, cantaba el ave desde un árbol cercano, en trinos sonoros que alegraban el ambiente.
Jajajajajajaja, ¡se va a ahogar la rata! Jajajajajajajaja, ¡Mírenla, mírenla, mete una pata y la saca como si se asustara del agua!, jajajajajajaja. No puedo creer que sea tan estúpida. Si fuera yo, habría metido mi cabeza y la sacudiría, para refrescarme. Luego, habría volado sobre el lago y me arrojaría en picada; cuando estuviera cerca, tocaría el agua con mis pies, para lavarlos, y luego seguiría mi vuelo hermoso por el cielo; pero como ese pedazo de bestia no puede ver las cosas desde aquí, ni ha tenido el placer de volar como yo... Jajajajajajajaja, ¡ahora mete su cuerpo! Jajajajajaja, ¡se va a ahogar! ¡Se va a ahogar!
Después de haber comprobado si la temperatura era ideal, el Señor Ratón sumergió todo su cuerpo en el agua, disfrutando cómo el agua peinaba su pelaje y lo dejaba liso y brillante.
Salía, luego de un rato, a tomar aire y daba vueltas salpicando gotas por todos lados, gozando como nunca de esos momentos de diversión. Volviose a sumergir y vio pececillos danzando con gracia, lo cual lo colocó de un humor aún mejor que el anterior. Cuando sacó nuevamente la cabeza, quedó flotando, y mirando al cielo veía las nubes con formas tan graciosas (patos con sombrero, Mariposas comiendo miel, Pajarillos de ocho cabezas...) que lo hicieron desternillarse de risa. Kutururú, cantaba el pajarito que estaba en el árbol; ambos, ratón y ave, acompasados.
Yo ya decía que se iba a morir, mírenlo, ahí, quieto, flotando. Como para que viniera una de esas serpientes de agua y zuam, se lo zampara de un solo bocado. Si fuera como yo, tan hábil, abría saltado, como dicen que hacen los delfines del mar, hundiéndome y volviendo a salir volando en el aire. Pero esa sucia rata... ¡Ah, está viva! Jajajaja, que lástima, qué lástima...¿Saliéndose del agua? Debería quedarse ahí, a ver si se le va el mugre del pelo y de la boca y de las patas y de la cola. Pero qué más se puede pedir de alguien que vive en la suciedad, jajaja. El agua que se
sacude debe estar saliendo cochina como ninguna. ¡Ajajajajajajajajaaja! ¿Ven lo que viene? ¿Lo ven, lo ven? ¡Un gato! Se lo va a comer... ¡Se lo va a comer! Y yo estoy aquí para verlo. Se prepara. ¡Saltó!
Ya agotado, después de haber disfrutado un refrescante baño, el Señor Ratón salió del lago y se sacudió las gotas que aún quedaban en su cuerpo. Después de terminar, y reir un poco por la sensación que le causó agitarse de tal manera, quedo mirando hacia el árbol donde estaba el pajarito cantando con su Kutururú, Kutururú; algo curioso ocurría, pues se movían las hojas de manera violenta y desde arriba hacia abajo, de derecha a izquierda. Depronto, y sin que el pajarito cantor se diera cuenta, una serpiente abrió su boca sin detener su paso. El pajarito dejó de cantar y se fue retorciendo, tratando de liberarse de la engullida del reptil.
Eso fue lo último que vio el Señor Ratón, que quedó igual que el Señor Pájaro.
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