jueves, 30 de enero de 2014
Ustedes no entienden
No lo entenderían. No es algo que se pueda siquiera comprender por ustedes los que no salieron de sus casas, los que se quedaron recostados en sofás mientras nosotros saliamos con un rifle al hombro y un casco en la cabeza; Aumentaron los impuestos y la comida se hizo escasa, pero eso no era nada comparado con nosotros que no tendriamos ya la necesidad del dinero porque moriríamos y nuestra única comida sería atún con galletas porque no había pa' más; ustedes no iban a perder nada porque no estaban arriesgando nada; todo lo que hicieron fue seguir con sus vidas normales mientras gritaban muy duro para que los demás los escucharan ‹mis hijos son los héroes de la patria›; bonita forma de sentirse mejor que los demás con un orgullo pendejo y sin saber de verdad si seríamos útiles en una guerra que ya estaba decidida desde antes que comenzara; lo chistoso de todo es saber que les siguió tocando pagar cada vez más mientras que a nosotros eso de los impuestos nos lo perdonan por ser veteranos de guerra; pero a ustedes qué les va a importar, si lo que perdieron, y están perdiendo, es solo dinero que van a recuperar tarde o temprano y que no les va a servir para nada porque las cosas se van a poner escasas, porque ya no habrá nada más de lo necesario para que gasten; já, eso es por lo que lucharon los héroes de la patria; ustedes no saben por lo que los héroes pasaron y aún hoy pasan, porque la guerra no es solo de los días que dure y se acabó, todos felices para su casa a comer más atún con galletas porque el resto de la comida sabe tan diferente que dan arcadas, la guerra sigue viva en todos los que estuvieron frente al enemigo con cara de pánico, azules, esperando recibir un balazo sin poder hacer nada para evitarlo; ustedes creen que se acaba pero para nosotros sigue volando como un fantasma o una voz en la cabeza que nos hace recordar en cualquier momento que los enemigos no son solo de otro país sino que están dentro de este, pero que, a diferencia de los extranjeros, no podemos darles con la culata y luego de un tiro dejarlos en tierra, porque los que están adentro son los mismos que nos mandaron contra extranjeros solo para mantenernos ocupados a nosotros y a nuestros padres mientras ellos hacían realidad sus planes de malvado de película; con la guerra en la cabeza nos hacen volver a casa, donde nos espera comida caliente y una cama cómoda, el amor de mamá y papá y hasta de la familia que pudimos haber abandonado, pero ya estamos acostumbrados a despertarnos con la mínima cosa, a desconfiar de todos porque no se sabe quién le puede robar lo que le mandan cada mes al batallón, acostumbrados a levantarse temprano a prepararse, hacer ejercicio y luego a practicar con el fusil, y ahora que ya no hay motivo para eso, levantarse temprano, hacer ejercicio y mirar el cielo sin nada más que hacer, porque hasta nos hicieron perder las ganas de hacer algo más; nos pagan, ahora que se acabó la guerra, por no hacer nada, ‹Pues la buena vida› dicen los que se quedaron y creyeron que fuera de combate harían más por la situación que allá, cuando al final de cuentas lo único que hicieron fue protestar desde la comodidad de sus casas; pero no les puedo reprochar, los envidio, porque fueron afortunados y no están ahora como yo, con una cobija alrededor todo el tiempo, todo el tiempo que está ese temblor de represión de las emociones, todo el tiempo con la sensación que alguien habla en la cabeza y le dice qué hacer, como las órdenes de un superior que no se callan hasta que las obedezca; pero lo que me gritan es algo que no puedo hacer fuera de la guerra, y eso nos lo dejaron claro cuando nos devolvían a casa, tendríamos que esperar otra guerra para que pudiésemos matar, correr, gritar, dejar salir toda esa frustración que tendríamos, porque ya sabían que pasaría, pero que mientras fuéramos civiles nos tendríamos que controlar, tendríamos que actuar normalmente, tendriamos que saber que no podíamos dejar que nos controlara; es cosa de locos, pero unos locos que tienen que aparentar que no están locos, y si se vuelven locos a la vista de los demás, desaparecen de la cotidianeidad, porque se volvió defectuoso y ya no sirve para el futuro; todo eso porque nos enseñaban que el enemigo era uno solo y debiamos concentrarnos en cómo matarlo, nos enseñaban amor a la patria, nos enseñaban el futuro que no veriamos pero nuestros hijos y nietos sí, nos enseñaban todas las razones por las que la guerra estaba en vigor, nos enseñaban a odiar, a odiar con todas nuestras fuerzas, y, ahora que se acabó todo, nos dejan con el odio dentro, cultivándolo como una bomba mental que solo tiene una vía de escape, estar en el mismo sitio donde fue implantada; por eso, cuando acabó esa guerra, esa guerra de dos días, ‹Quedarán como soldados de reserva para un próximo conflicto› dijeron eso, claro, dentro de unos meses veremos cómo se anuncia un nuevo conflicto y todos estaremos allá, primeros en la fila para presentarnos, como un ejército siempre con nuevos reclutas pero con veteranos cargados de furia y odio; ustedes, que se quedaron en casa, no sabrán nunca las ganas de ver sangre y matar que tenemos nosotros, ustedes no entienden que nuestro logro no fue estar en esa mierda de guerra sino estar acá, entre la gente normal, con las ganas de quebrarles el cuello, patear sus cadáveres y bailar, gritando, mientras me baño las manos y la cara en esta sangre tan brillante, tan hermosa, perfumada, deliciosa, esta sangre tan ansiada.
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